
80
https://www.afluir.es/index.php/afluir
www.afluir.es
Revista de Investigación y
Creación artística
:/
Ordinario IX
Octubre 2025
Investigación
ISSN: 2659-7721
I: https://dx.doi.org/10.48260/ralf.9.241
“La forma en la que las personas aprenden se relaciona con la manera en que perciben la
realidad, por tanto, la metodología a seguir dependerá de la individualidad del ser humano y la
especificidad de cada entorno” (Roque et al., 2023, p.3).
En este sentido, la música se puede utilizar como una herramienta para lograr ese
ambiente fuera de lo tradicional para que el estudiantado logre aprender algo nuevo en clase,
tomando en cuenta que es un recurso de gran ayuda en los procesos de enseñanza-aprendizaje,
creando un ambiente de disfrute junto con los compañeros de clase (Piedra, 2016). Este recurso
tiene la facultad de crear este espacio de confianza entre los estudiantes, lo que les permite
realizar diferentes actividades y aprender de una forma adecuada, en conjunto con sus
compañeros.
Sin embargo, para lograr que esto se dé de manera natural, es importante contar con un
docente que sepa conocer a sus alumnos y, de esta manera, adecúe sus herramientas pare el
aprendizaje general de los alumnos, debido a que, como expresa Conejo (2012): “a veces se
puede desperdiciar la oportunidad de usar la música como herramienta didáctica para formar en
otros conocimientos, promover el desarrollo de la personalidad o estimular determinadas formas
de trabajo” (p. 266).
La educación musical se define como un proceso pedagógico que busca desarrollar en
los estudiantes competencias musicales, sensibilidad artística y apreciación cultural (Elliot,
1995). Diversos estudios han demostrado que la música tiene un impacto positivo en el
aprendizaje de otras áreas como matemáticas y lenguaje, además de contribuir al bienestar
emocional de los estudiantes. Esta, al involucrar tanto el hemisferio izquierdo como el derecho
del cerebro, fomenta habilidades clavee para el desarrollo cognitivo integral (Hallam, 2010).
En el contexto educativo, la música no solamente promueve habilidades académicas,
sino que también fortalece valores sociales y emocionales. Según lo que comenta Small (1998),
hacer música es una forma de “musicking”, es decir, una actividad que refuerza el sentido de
comunidad y pertenencia. Esto es particularmente relevante en contextos como lo es el de
Sinaloa, donde la música tiene profundas raíces culturales y sociales, siendo parte esencial de
todas las personas diseminados en los diferentes municipios del estado.
Los retos que se enfrentan de la educación musical en Sinaloa parten de su raíz en el
sistema educativo mexicano: la educación artística. La UNESCO (2015) reconoce a la
educación artística como un derecho humano fundamental y un medio esencial para el
desarrollo sostenible. En este sentido, la inclusión de la música en los programas educativos,
que proviene del apartado de la educación artística, no debe considerarse como un lujo, sino
como una necesidad para garantizar una educación de calidad que fomente la creatividad y la
diversidad cultural.