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ISSN: 2659-7721
DOI: https://dx.doi.org/10.48260/ralf.extra4.181
La investigación artística como experiencia de viaje
The artstic research as a journey experience
Fabio Ricardo Bastos Gomes
Universidad de Jaén
frbg0001@red.ujaen.es
Resumen:
Este ensayo propone reflexiones acerca de la posibilidad de pensar la investigación
artística como una experiencia de viaje. Con esta analogía, se intenta estudiar los aspectos
importantes acerca del proceso creativo de las personas artistas como un recorrido en busca de
nuevas perspectivas y autodescubrimiento. Considerar la investigación artística como un viaje
es destacar la relevancia del desarrollo investigativo-creativo, ya que centra la atención en
vivenciar, experimentar, aprender y encontrar caminos diversos con el intuito de enriquecer
tanto las obras de arte, como la producción de conocimientos y las experiencias de las personas
investigadoras. Cada obra producida durante la investigación puede ser vista como un
testimonio del itinerario del viaje. La investigación artística entendida como viaje invita a las
personas artistas a abrazar la aventura, a explorar con curiosidad y a permitir la fluidez de la
creatividad, generando un ciclo continuo de aprendizajes y descubrimientos.
Sugerencias para citar este artículo,
Gomes Bastos, Fabio R. (2024). Una investigación artística como experiencia de viaje. Afluir (Extraordinario
IV), págs. 21-29, https://dx.doi.org/10.48260/ralf.extra4.181
GOMES BASTOS, FABIO R. (2024). Una investigación artística como experiencia de viaje. Afluir
(Extraordinario IV), febrero 2024, pp. 21-29, https://dx.doi.org/10.48260/ralf.extra4.181
Recibido 19/01/2024 Revisado 12/02/2024
Aceptado 17/02/2024 Publicado 29/02/2024
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Abstract:
This essay proposes reflections on the possibility of considering artistic research as a
journey. With this analogy, an attempt is made to study important aspects of the creative process
of artists as a journey in search of new perspectives and self-discovery. Considering artistic
research as a journey highlights the relevance of the investigative-creative development, as it
focuses on experiencing, experimenting, learning, and exploring diverse paths with the aim of
enriching both artworks and the production of knowledge, as well as the experiences of the
researchers. Each work produced during the research can be seen as a testimony of the journey's
itinerary. Artistic research understood as a journey invites artist to embrace the adventure,
explore with curiosity, and allow the fluidity of creativity, generating a continuous cycle of
learning and discoveries
Palabras Clave: Investigación artística, viaje, experiencia.
Key words: Artistic research, journey, experience.
Sugerencias para citar este artículo,
Gomes Bastos, Fabio R. (2024). Una investigación artística como experiencia de viaje. Afluir (Extraordinario
IV), págs. 21-29, https://dx.doi.org/10.48260/ralf.extra4.181
GOMES BASTOS, FABIO R. (2024). Una investigación artística como experiencia de viaje. Afluir
(Extraordinario IV), febrero 2024, pp. 21-29, https://dx.doi.org/10.48260/ralf.extra4.181
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Una investigación artística como experiencia de viaje
Cais
Para quem quer se soltar invento o cais
Invento mais que a solidão me dá
Invento lua nova a clarear
Invento o amor e sei a dor de me lançar
Eu queria ser feliz
Invento o mar
Invento em mim o sonhador
Para quem quer me seguir eu quero mais
Tenho o caminho do que sempre quis
E um saveiro pronto pra partir
Invento o cais
E sei a vez de me lançar
Milton Nascimento e Ronaldo Bastos
El viaje
Cais es una composición de Milton Nascimento y Ronaldo Bastos presente en el álbum
del año 1972 intitulado Clube da Esquina. Así como los poetas en esta canción anuncian sus
propias partidas y nos invitan a seguirlos por este camino, la realización de una investigación
artística también puede significar desapegarse y lanzarse hacia océanos desconocidos,
impulsados por el deseo de descubrir otras posibilidades de ser uno mismo. Si uno se da cuenta
de la relevancia del momento y siente que es su turno de comenzar el viaje, debe criar su propio
muelle y lanzarse.
Dias (2001) afirma que, para Friedrich Nietzsche la figura del viajero “es la imagen del
no retorno y de la falta de seguridad, es la metáfora de la desidentificación en la formación de
uno mismo y en la formación de un yo múltiple” (p. 131). En este sentido, entender la
investigación artística como un viaje es comprenderla como un proceso en el cual el
conocimiento se produce durante y a través del propio camino. Durante esta jornada, es
aconsejable dejarse llevar por las posibilidades que ofrece el recorrido.
En el transcurso del viaje es importante no tener todo planeado. Nietzsche (2001b) nos
dice que “si uno se ha encontrado a mismo, debe saber perderse de vez en cuando y luego
volverse a encontrar” (p. 221). De suerte que saber cómo perderse nos permite continuar la
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aventura a través de maneras inesperadas y sorprendentes, y tal vez encontrar, por medio del
itinerario, otras formas de ser nosotras y nosotros mismos. Así que el objetivo final de este viaje
no debe ser un “descubrirse a mismo” por así decirlo, ya que esto no existe. De acuerdo con
Nietzsche (2001b) “cuando queremos sumergirnos en el río de nuestra esencia aparentemente
más propia y personal, rige la máxima de Heráclito: no se sumerge uno dos veces en el mismo
río” (p. 75), así como no podemos ser nuevamente lo que fuimos antes, pues estamos en
constante proceso de cambios.
En una investigación artística, de la misma manera que en un viaje, enfrentamos el
desafío de abandonar el lugar de comodidad, lo ya conocido, y nos vemos impulsados a
dejarnos llevar por el devenir de la vida, pues, como dice Bauman (2007), “siempre hay cambio,
siempre un renovado cambio, pero no hay destino, un punto final, ni una misión por cumplir”
(p. 88). Lo importante del viaje no es la llegada, sino el trayecto. En este sentido, Nietzsche
(2001a) afirma que solamente quien “en alguna medida ha alcanzado la libertad de la razón no
puede sentirse sobre la tierra más que como un caminante, aunque no como viajero hacia una
meta final: pues no la hay” (p. 267). De allí que tenemos la imprevisibilidad como una parte
fundamental del camino.
Lo que estimula nuestras vidas y nuestra creatividad son los movimientos y cambios que
ocurren a lo largo de un viaje. Asimismo, según Dias (2001) “quien aspira a la libertad debe
comportarse en la tierra como un viajero y abrir los ojos a todas las realidades, acoger un gran
número de excitaciones y permitir que actúen profundamente” (p. 135). En el aforismo
Voluntad y ola Nietzsche (1990) presenta una analogía de la ola como una energía de vida y nos
invita a vivir también en este movimiento:
¡Con qué avidez se acerca esta ola, como si hubiera algo que alcanzar! ¡Con qué prisa
aterradora se insinúa por los recovecos más íntimos de los acantilados! Es como si
quisiera llegar antes que alguien; como si allí se escondiera algo de gran valor, mucho
valor. Y ahora retrocede, un poco más lentamente, aún blanca de agitación, ¿estará
desilusionada? ¿Habrá encontrado lo que buscaba? ¿Adopta un aire desilusionado? Pero
pronto viene otra ola, aún más ávida y feroz que la primera, y su alma también parece
llena de secretos y del apetito por desenterrar tesoros. Aviven las olas, así vivimos
nosotros, seres con voluntad, y no digo más (p. 180)
Para iniciar el viaje-investigación podemos comenzar con los lugares más cercanos a
nosotras y nosotros mismos, los cuales en muchas ocasiones nos pueden parecernos simples y
sin importancia. Nietzsche (1990) corrobora con esta comprensión cuando dice que “nosotros
queremos ser los poetas de nuestra vida y, en primer lugar, de lo más pequeño y lo más
cotidiano” (p. 173). De ahí que resulta productivo observar lo que tenemos a nuestro alrededor
desde otras perspectivas, hacernos muchas más preguntas que dar respuestas e inquietarnos por
no saber cómo debería ser o por qué es así.
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La investigación artística entendida como viaje invita a las personas artistas a abrazar la
aventura, a explorar con curiosidad y a permitir la fluidez de la creatividad, generando un ciclo
continuo de aprendizajes y descubrimientos. De manera que este viaje no se limita a la búsqueda
externa de inspiraciones, sino que también implica una exploración interna de las emociones,
pensamientos y experiencias personales de las personas investigadoras.
De manera distinta a las demás metodologías, en la investigación artística, la
planificación exagerada puede actuar en contra de las fuerzas del devenir, así como un viaje
demasiado planificado puede generar más de lo mismo, sin dejarnos momentos para el asombro
y para el desasosiego que nos produce lo inesperado. Pues como nos dice Nietzsche (2001b),
“para viajar hay aún un arte y un propósito más sutiles, que no siempre hacen necesario
trasladarse de acá para allá y recorrer miles de millas” (p. 75).
Cuando emprendemos un viaje buscamos algo más de lo que ya sabemos y estamos
acostumbrados. Pero tenemos que estar dispuestos a renunciar a nuestra seguridad de vivir
repetidamente lo conocido, como si fuéramos el personaje Phil Connors, interpretado por el
actor Bill Murray en la película de 1993 Atrapado en el tempo dirigida por Harold Ramis,
repitiendo una y otra vez el mismo día. Sin embargo, muchas veces pensamos que solamente
una primera mirada ya nos basta para comprender algo. Aquí es importante estar atento al que
se nos puede escapar y que quizás nos podría servir como fuente de inspiración. En este sentido,
Nietzsche (2003) nos invita a “aprender a ver: acostumbrar el ojo a la tranquilidad, a la
paciencia, a permitir que las cosas se acerquen; posponer el juicio, aprender a rodear y abrazar
el caso individual desde todos los lados” (p. 60). Así es el caso del Sr. Palomar, personaje de
Italo Calvino que, estando parado frente al mar, tiene la intención de observar específicamente a
una ola. Él desea distinguir una ola de otra, ya que anhela comprender solamente a una de ellas.
Sin embargo, él se da cuenta de que esta tarea es demasiado complicada, ya que "no se puede
observar una ola sin tener en cuenta los aspectos complejos que contribuyen a formarla y
aquellos también complejos a los que da lugar" (CALVINO, 1994, p. 8). Por consiguiente, el Sr.
Palomar debe observar el movimiento de las olas en el mar, pues como nos dice Calvino (1994):
aislar una ola de la que le sigue inmediatamente y que a veces parece suplantarla o
añadirse a ella e incluso arrastrarla es algo muy difícil, al igual que separarla de la ola que
la precede y que parece empujarla hacia la playa, llegando incluso a dar la impresión de
volverse en su contra, como si quisiera cerrarla (p. 7).
Al igual que para el Sr. Palomar, también para la persona investigadora resulta difícil
aislar solamente un aspecto. Como las olas en el mar, cada movimiento lleva consigo una
infinidad de posibilidades y es necesario tener una mirada atenta a los complejos aspectos
presentes en cada detalle.
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La experiencia
Una parte significativa de un viaje es la experiencia. Bauman (2007) nos dice que “la vida
es una sucesión de experiencias momentáneas” (p. 93) y en este sentido, también la
investigación artística puede articular las experiencias pasadas con las experiencias vivenciadas
a lo largo del proceso investigativo. En primer lugar, se hace necesario distinguir experiencia y
memoria, ya que no son lo mismo. Tenemos recuerdos de nuestras experiencias, de cómo nos
sentimos cuando fuimos sometidos a alguna situación específica. Pero incluso podemos tener
recuerdos de experiencias que no hemos vivido, o al menos no directamente. Larrosa (2003)
piensa en la experiencia como “el modo de habitar el mundo de un ser que existe, de un ser que
no tiene otro ser, otra esencia, que su propia existencia: corporal, finita, encarnada, en el tiempo
y en el espacio, con otros (p. 05), de manera que nuestra mera existencia ya nos brinda la
oportunidad de vivir experiencias siempre que estemos receptivos a ellas. Para Dewey (2008)
“en gran parte de nuestra experiencia no nos ocupamos de la conexión de un incidente con lo
que ha sucedido antes o con lo que ha de venir después” (p. 46) y por lo tanto no nos damos
cuenta de que estos procesos ocurren de manera interconectada y no en episodios esporádicos.
Cada experiencia que atravesamos nos provoca cambios, aunque a veces no nos percatemos de
ello, pero interfiere en la forma en que experimentaremos otra situación nueva.
Un elemento importante respecto a la experiencia que nos advierte Larrosa (2003) es “de
no hacer de la experiencia una cosa, de no objetivarla, no cosificarla, no homogeneizarla, no
calcularla, no hacerla previsible” (p. 04), ya que la experiencia es única, incluso si la comparte
un grupo de personas. La situación vivenciada puede ser la misma, pero cada individuo la
experimentará de maneras distintas. La experiencia es por lo tanto subjetiva y según Larrosa
(2003) “hay que desconfiar de la experiencia cuando se trata de hacer uso de la razón, cuando se
trata de pensar y de hablar y de actuar racionalmente” (p. 03), aunque eso no significa que no
posamos hacer reflexiones sobre ella. En la investigación artística se vive, por así decirlo, la
experiencia mientras se lleva a cabo el proyecto investigativo; es decir, la experiencia no es la
meta principal, sino más bien la consecuencia del proceso artístico creativo, mediante el cual
producimos conocimientos.
Las experiencias ocurren simultáneamente ya que no son algo planeado. Dewey (2008)
afirma que “ninguna experiencia tiene la oportunidad de completarse porque con demasiada
rapidez se presenta alguna otra cosa que lo impide” (p. 52) y si pensamos en lo que se dice
respecto a los tiempos de una investigación académica, sabemos que a veces puede ser bastante
difícil tener los plazos adecuados para vivenciar una experiencia de modo significativo, o al
menos de la manera que nos gustaría. Larrosa (2003) nos dice que “el hombre experimentado es
el hombre que sabe de la finitud de toda experiencia, de su relatividad, de su contingencia, el
que sabe que cada uno tiene que hacer su propia experiencia” (p. 04) y por lo tanto, cada
persona puede crear su propia experiencia en el sentido de elegir, dentro de las condiciones de
posibilidad, las formas por las cuales va a vivir las situaciones que encuentre en el camino.
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Una experiencia es algo provechoso en la medida que desde ella se produce cambios en
nuestro pensamiento, los cuales nos constituyen como individuos, pero esto no quiere decir que
este proceso sea fácil o siempre agradable. Conforme Dewey (2008) “hay en cada experiencia
un elemento de padecimiento, de sufrimiento en sentido amplio, de otra manera no habría
incorporación de lo precedente” (p. 48) y es precisamente en este movimiento de incorporación
de una experiencia a otra que podemos llegar a conocer otras posibilidades de ser nosotras y
nosotros mismos. Para Larrosa (2003):
se trata de mantener siempre en la experiencia ese principio de receptividad, de apertura,
de disponibilidad, ese principio de pasión, que es el que hace que, en la experiencia, lo
que se descubre es la propia fragilidad, la propia vulnerabilidad, la propia ignorancia, la
propia impotencia, lo que una y otra vez escapa a nuestro saber, a nuestro poder y a
nuestra voluntad. (p. 04)
Este entendimiento le da al término experiencia la idea de algo vivo y en constante
transformación. Tener experiencias no significa hacer muchas cosas, es algo mucho más
complejo. Según Dewey (2008) “una experiencia tiene modelo y estructura, porque no es
solamente un hacer y un padecer que se alterna, sino que consiste en éstos y sus relaciones” (p.
51), pero esto no quiere decir que haya una definición de los criterios a seguir para tener una
experiencia. Hay que saber sentir. Para Bauman (2007 a) “la “experiencia artística” nace, ante
todo, de la temporalidad del acontecimiento y, sólo en un segundo momento (en el supuesto de
haya segundo momento) del valor extra-temporal de la obra de arte” (p. 21), porque la
experiencia está vinculada en primer lugar a la situación que la desencadenó. Pero esta primera
experiencia puede servir como motivador para otra experiencia. De acuerdo con Dewey (2008)
“el trabajo real de un artista consiste en construir una experiencia coherente en la percepción,
mientras se mueve cambiando constantemente en su desarrollo” (p. 59) y desde esta perspectiva,
la investigación artística nos permite, en cualquier momento, estar repensando y analizando el
proceso creativo con la intención de observar si necesitamos o no hacer cambios en las tareas
que estamos llevando a cabo.
A través de una obra de arte es posible, hasta cierto punto, expresar experiencias. Pero tan
potente como la obra de arte en sí, son las experiencias que atraviesan la persona artista durante
su proceso creativo de investigación. De acuerdo con Dewey (2008) “toda obra de arte sigue el
plan y el modelo de una experiencia completa, haciéndola sentir más intensa y
concentradamente” (p. 60), porque, por ejemplo, al reflexionar sobre una experiencia vivida
anteriormente, las personas artistas ya están permeadas por otras experiencias. Moreno Montoro
et al. (2016) hablan “de una generación de conocimiento del conocimiento, es decir, de una
manera en la que operamos mentalmente con el arte, que parte de la experiencia” (p. 29), de ahí
que el proceso de investigación se convierte en parte de una experiencia diferente que busca
producir conocimientos, lo cual es una parte esencial de un estudio académico.
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Para concluir
A diferencia de la investigación académica convencional, la investigación artística se
centra en la producción creativa y la expresión personal, de manera que no sigue un método
estructurado y puede variar en su enfoque y metodología según cada persona artista y el
contexto. Dentro de esa perspectiva, la práctica investigativa puede involucrar la
experimentación con diferentes medios artísticos, la exploración de temas conceptuales o la
colaboración con demás artistas.
Entender la investigación artística como viaje es destacar la importancia del proceso
creativo en mismo, enfatizando el acto de explorar, aprender y descubrir, de modo a
enriquecer tanto la obra de arte como la experiencia particular de la persona artista. En ese
sentido, podemos pensar cada obra de arte producida en el desarrollo de la investigación como
un testimonio del itinerario hecho durante el viaje.
En definitivo, la investigación artística busca ampliar el conocimiento de las personas
artistas-investigadoras sobre sus propias prácticas, así como contribuir al diálogo más amplio en
el ámbito del arte contemporáneo.
Referencias
Bauman, Z. (2007). Tiempos quidos: arte líquido. En Arte, ¿líquido? (71-96). Madrid:
Sequitur.
Calvino, I. (1994). Palomar. São Paulo: Companhia das Letras.
Dewey, J. (2008). El arte como experiencia. Barcelona: Ediciones Paidós Ibérica.
Dias, R. M. (2011). Nietzsche, vida como obra de arte. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira.
Larrosa, J. (2003). La experiencia y sus lenguajes: algunas notas sobre la experiencia y sus
lenguajes. Seminario Internacional: la formación docente entre el siglo XIX.
Moreno Montoro, M. I., Valladares González, M. G., & Martínez Morales, M. (2016). La
investigación para el conocimiento artístico. ¿Una cuestión gnoseológica o
metodológica? En M. I. Moreno Montoro, & M. P. López-Peláez Casellas, Reflexiones
sobre investigación artística e investigación educativa basada en las artes, 27-42.
Madrid: Editorial Síntesis.
Nascimento, M., & Bastos, R. (1972). Cais [Canción]. En Clube da Esquina. EMI Music.
Nietzsche, F. (1990). La ciencia jovial: la gaya scienza. Caracas: Monte Avila.
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Nietzsche, F. (2001a). Humano, demasiado humano - un libro para espíritus libres - volumen I.
Madrid: Ediciones Akal.
Nietzsche, F. (2001b). Humano, demasiado humano - un libro para espíritus libres - volumen II.
Madrid: Ediciones Akal.
Nietzsche, F. (2003). Así habló Zaratustra - un libro para todos y para nadie. Madrid: Alianza
Editorial.
Ramis, H. (Director). (1993). Atrapado en el tempo [Película]. Columbia Pictures.